Una palabra sobre la vida y las cosas
 

           

 

Resoluciones

        Mucha gente hace Resoluciones de Año Nuevo. El primero de un nuevo año parece ser el momento en que necesitamos hacer un nuevo comienzo en nuestras vidas. Comenzamos el nuevo año haciendo promesas de hacer dieta, deshacernos de los malos hábitos, hacer más ejercicio, ser mejores con nuestros cónyuges y muchas cosas más. Nos hacemos promesas de comprar una membresía en un gimnasio e ir todos los días. Pero el problema con eso es un salto demasiado grande. Si fallamos un día, nuestra resolución disminuye y si fallamos dos días, comenzamos a poner excusas y nos damos por vencidos. Progresar realmente es dar pequeños pasos, no grandes pasos. Comenzamos poco a poco y avanzamos más alto a medida que avanzamos. Vamos al gimnasio un día a la semana. Después de seis meses más o menos podemos ir al gimnasio dos veces por semana. Hacemos pequeños cambios en nuestras vidas.

      Es lo mismo con Dios. Él no hace grandes cambios en nuestras vidas, Él hace pequeños cambios, aquí y allá. Cuando somos cristianos nuevos venimos al Señor con mucho equipaje. Todavía tenemos muchos pecados pequeños. Él no nos ordena que seamos santos desde el principio. Él trabaja en las pequeñas cosas de nuestra vida. Luego más cosas y más cosas y más cosas hasta que llegamos a un lugar y nos preguntamos cómo llegamos allí. Cada día necesitamos acercarnos más al Señor. Abandonamos las cosas de este mundo y alcanzamos las cosas de Dios. El Señor quiere una relación con nosotros. Él quiere ser parte de nuestras vidas en todo lo que hacemos. Él nos ama tanto y quiere darnos mucho más de lo que tenemos en este ámbito terrenal. Cuanto más cerca estamos de Dios, más nos parecemos a Él. Tenemos que dar pequeños pasos. Todos seremos cambiados.


      Nueva versión King James
Filipenses 3:20 Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo,
 21 el cual transformará nuestro humilde cuerpo para que sea semejante al cuerpo de su gloria, según la operación por la cual puede aun someter a sí mismo todas las cosas.